domingo, noviembre 04, 2007

LA DERROTA DE LA “REVOLUCIÓN” CUBANA

LA DERROTA DE LA “REVOLUCIÓN” CUBANA


Por Jorge Hernández Fonseca
www.cubalibredigital.com
4 de Noviembre de 2007

Hoy se impone, ya sin discusión, el criterio unánime del fracaso del régimen de Fidel Castro en Cuba. Se hace necesario entonces un análisis de los factores que llevaron al pueblo cubano a apoyar mayoritariamente ese fenómeno socio-político derrotado que llamamos “revolución”, que creó en la isla la profesión extendida de un espécimen llamado “revolucionario”, calificativo que se endilgan a personajes tan crueles como Stalin, Mao, Che y al propio dictador cubano.

Para Cuba la palabra “revolución” tiene un cariz especial, porque el partido fundado por Martí para hacer la guerra de independencia contra España se llamó Partido Revolucionario. Ese nombre, durante la era republicana, era sinónimo de persona con sensibilidad social y valentía personal cuando de chocar con la policía en actos de calle se trataba. Daba prestigio ser tratado como siendo un “revolucionario” y eso perdura hasta hoy, donde se puede o no tener discrepancias con el marxismo-leninismo, pero no se puede dejar de ser “revolucionario”.

Sin embargo, si el criterio extendido sobre ser revolucionario es un criterio de prestigio, cabe la pregunta: ¿se puede ser revolucionario apoyando a un régimen que ha involucionado hasta dejar la sociedad cubana transportándose con carretones, comiendo magras raciones de la poca comida disponible, carente de recursos materiales y prohibiéndoles la modernidad?

Claro que para el partido comunista todo aquel que apoya su dictadura le dan el título de “revolucionario”. Sabemos que hay aspectos que en Cuba diferencian a los “revolucionarios” que apoyan la dictadura. Sin embargo, no serían aceptados en otros contextos, por ejemplo democráticos. Sin embargo, está claro que hay revolucionarios aceptados universalmente. Por ejemplo, ¿no es un revolucionario el inventor de la Internet, que nos permiten comunicarnos instantáneamente con personas en el otro lado del mundo, con voz e imágenes incluso?

¿No es revolucionario viajar de avión, en pocas horas atravesar los océanos y visitar cualquier país del mundo por lejano que se encuentre? ¿No es revolucionario haber ya desembarcado en nuestro satélite natural, la luna? ¿No es revolucionario contar en cualquier casa con un computador, que potencia las cualidades naturales hasta lo indecible? ¿No es revolucionario escribir y publicar un libro impreso (o no) en las cantidades que queramos, sin salir de casa?

Esas revoluciones de que estamos hablando son verdaderas unanimidades. Sin embargo, de todos los logros mencionados antes, la Cuba “revolucionaria” de Castro tiene prohibidos prácticamente todos esos adelantos, vedándoselos al pueblo cubano. En Cuba es prohibida la Internet; los cubanos no pueden tener computador en casa sino es con un permiso especial del gobierno; los cubanos no pueden viajar al extranjero sin permiso del gobierno; los cubanos no pueden publicar libros que no sean previamente censurados por el gobierno y un largo etcétera.

¿Cuál es la cualidad revolucionaria de los “revolucionarios” cubanos, que no permiten, prohíben y limitan, el uso de los componentes de la verdadera revolución tecnológica mundial actual?

Revolucionario no es solamente salir a enfrentar con la armas a la policía para tratar de cambiar un sistema de libertades e implantar una dictadura, como hizo Che Guevara en Bolivia, o como lo hizo Fidel Castro en Cuba, llevando al país al fondo del pozo de la modernidad del siglo XXI.

La valentía personal, el ser un “tira tiros”, el gustar de aventuras violentas, no es la característica de los revolucionarios que inventaron la Internet, el computador, los cohetes a la luna, o los sistemas de comunicaciones actuales por satélites. La revolución tecnológica, aquella que verdaderamente elevará al ser humano a un nivel de desarrollo material superior, sólo se consigue trabajando dura y anónimamente, y no legislando desde tribunas fáciles.

El concepto procedente de la revolución cubana para distribuir pobreza, de oprimir al pueblo, de perseguir al que piense diferente y de hacer demagogia desde una tribuna, ya no tiene más cabida en la modernidad actual, por más que ‘simios’ imitadores traten de implantar regimenes de pobreza demagógica en Venezuela, Bolivia, Ecuador, o Nicaragua: no son revolucionarios.

La revolución llamada social no es el derribo de un régimen democrático, como tratan de hacer Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa en sus respectivos países. En realidad ellos procuran encabezar revueltas sociales, que no saben donde pudieran ir a parar, con el único objetivo de perpetuarse en el poder. De ser adulados cual dioses y de disponer de los recursos de sus países con el único objetivo de realizarse personalmente, con un ego ciego y ambicioso.

La llamada “revolución cubana” ha sido un fracaso. No sólo porque no ha dado socialmente lo que prometió, sino --sobre todo-- porque no se puede ser revolucionario actuando de espaldas a la revolución tecnológica en marcha, regresando a los años 50 del siglo pasado, donde ninguno de los adelantos de la tecnología del siglo XXI es visible hoy en la sociedad cubana.

Sólo la libertad atomizada en cada cubano, actuando cada cual según su conciencia e intereses, animado de su espíritu propio, creativo y emprendedor, sacará a Cuba del marasmo inmovilista en que la han encerrado los “tira tiros de la Sierra”, amarrándola al colectivismo.
La verdadera revolución cubana está por venir. Será aquella donde nadie sea valorado por ser “revolucionario”, castrado por un dictador envilecido y egoísta, sino por ser o no un hombre que responda a su individualidad, voluntariamente útil a su familia, a su sociedad y a su Nación.

Fonte: cubalibredigital.com
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