viernes, junio 10, 2011

LA HISTÓRICA CARTA QUE TODAVÍA SALVA LA MORAL DEL PRESIDIO POLÍTICO CUBANO

Nota del bloguista

Esta carta, al igual que la foto, está contenida en un artículo de Andrés Pascual publicado en el blog Nuevo Acción donde el autor da su opinión personal sobre las circunstancias bajo las cuales se hizo necesaria la escritura de esta carta y la firma de la misma, así como su opinión sobre otros hechos y personas. Los invito a que lean el mencionado artículo.


Algunos de los presos que firmaron la carta: Izq. a derecha, sentados: Pujols, Peñalver, Angel de Fana. De pie, izq. a derecha: Permuy, Mario Chanes, Ernesto Díaz y Pitaluga.

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Tomado de http://www.nuevoaccion.com



LA HISTÓRICA CARTA QUE TODAVÍA SALVA LA MORAL DEL PRESIDIO POLÍTICO CUBANO


“PRISIÓN HABANA DEL ESTE

10 DE OCTUBRE DE 1978

“AÑO DEL CENTENARIO DE LA PROTESTA DE BARAGUÁ”

Nosotros, los abajo firmantes, presos políticos que hemos resistido sin claudicación, durante casi 20 años, el régimen carcelario más opresivo y abusivo de América a lo largo de su historia, desde una posición vertical de rebeldía consolidada por un rosario de mártires y una elevada cuota de sangre, sacrificio y humillaciones, informados y convencidos de que se está utilizando la cuestión de nuestra posible liberación como engañosa maniobra que compromete seriamente al exilio y nos afecta muy directamente, exponemos por este medio, en esta fecha patria memorable de manera clara y precisa, nuestra posición:

PRIMERO: Abogamos por la libertad de todos los presos políticos sin exclusión y por la reunificación de la familia cubana para lo que solo hay que:

a) Ordenar que se abran las rejas de todas las prisiones de Cuba para que las mujeres y hombres, componentes de este presidio que tanto han padecido, puedan reunirse con sus familias.

b) Autorizar igualmente a los cubanos residentes en el territorio nacional o en el extranjero, la entrada y salida del país que han solicitado, o que lo hicieran en el futuro, para reunirse temporal o definitivamente con los respectivos familiares. Para ninguna de esas medidas hay que acudir a diálogo alguno.

SEGUNDO: Repudiamos el diálogo entre el gobierno de Castro y la supuesta representación del exilio cubano ya que con el aval de nuestras experiencias derivadas de los horrores, atropellos y rejuegos característicos del régimen, sabemos que tal cosa no es más que una farsa montada por Castro, con el propósito de engañar al pueblo de Cuba y al mundo en general, y muy especialmente se pretende engañar y dividir al exilio con huecas palabras de paz y reconciliación, cuando en realidad se está utilizando muy sutilmente la guerra entre los cubanos que, por no vivir bajo condiciones despóticas en el suelo patrio, hallaron refugio y levantaron sus hogares en otras tierras.

TERCERO: Repudiamos asimismo cualquier tipo de diálogo o compromiso que signifique libertad a precio de claudicación. Nadie, absolutamente nadie, personalidad o miembro de la emigración cubana, está autorizado para concertar con el gobierno comunista de Cuba nuestra libertad a cambio de concesiones de nuestra parte. Nuestra libertad tiene que ser sin condiciones, conforme a nuestra indoblegable posición histórica, mantenida con singular estoicismo. Igualmente ninguna de esas personas podrá adjudicarse nuestra lideratura el día que se produzca nuestra libertad.

CUARTO: Si el dictador Castro y su gobierno entienden que es poco el precio pagado por el Presidio Político, con su carga de mártires, sus inválidos, sus locos, sus mutilados, sus tapiados, sus cumplidos y recondenados, sus heroicas mujeres envejecidas pero altivas frente a los golpes y las rejas; en fin, si creen que es poco el precio pagado con tan inmensa suma de sacrificios y dolor humano, pueden hacer lo que mejor estimen. Nosotros estamos seguros de tener aún reservas morales para mantenernos firmes y decididos frente a la represión como lo hemos estado haciendo casi veinte años.

No negociamos nuestra libertad, porque no negociamos nuestros principios. Estas palabras dejan clara y diáfanamente definida nuestra posición, para la cual agregamos nuestras firmas avaladas por los años de sacrificio que el deber patrio reserva a nuestras vidas.”

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Oswaldo Figueroa Gálvez fue la primera firma de la carta gloriosa y Aldo Cabrera Heredia última de las 138.