lunes, enero 23, 2017

Esteban Fernández: El odio de mis enemigos

El odio de mis enemigos

Por Esteban Fernández
23 de enero de 2017

Claro que los Emails, los mensajes, y el apoyo de mis amigos a mis escritos y modo de actuar en la vida me encantan. Sin embargo, mi mayor orgullo es el odio que he logrado mantener de parte de los enemigos y esbirros. Nunca es para mi más cierta la frase de “Los perro ladran, Sancho, señal de que cabalgamos” que con respecto a mi actuación durante estos 57 años.

Desde luego que disfruto cuando un compatriota se me acerca y me dice “¿Tú eres Estebita el que escribe en el periódico? Ven que quiero darte un abrazo”. Pero eso no es comparable a la alegría que me causó cuando una muchacha desconocida en la Cofradía de la Caridad de Cobre me dijo: “¿Usted es Esteban Fernández? No vaya nunca de visita a Cuba porque lo fusilan en el mismo Aeropuerto José Martí”.

El odio contra mí y contra mis expresiones existe. Pero no creo que sea algo nacional, ni que Raúl Castro está pendiente de mis actividades, sino que se concentra en mi pueblo. En Cuba quizás no me conozcan pero en Güines sí.

Mantenerse siendo amigo mío desde mi terruño es casi un delito. Como me dice Jesús Ysidro Hernández Torres: “Seguir siendo íntimo amigo tuyo me trajo muy malas consecuencias”. Pero Jesús se mantuvo siempre firme sin romper nuestra amistad ni aceptar el echarme con el rayo.

Mi anticastrismo comenzó allí y los viejos esbirros me recuerdan perfectamente bien. Y también saben que mientras muchos antiguos anticastristas llegaron aquí y le viraron las espaldas a la contrarrevolución yo seguí defendiendo mis ideales. Para mis amigos eso es un galardón para los enemigos representa una afrenta.

Mis gestiones contra la tiranía siempre han sido limitadas. Nada del otro mundo de las cuales yo quisiera presumir, pero allá en Güines han sido EXAGERADAS y se han inventado 20 historietas.

Jesús me dice: “En el parque de Güines tú siempre eres tema de conversación y de broncas” Mis padres también cooperaron extraordinariamente a envolverme en un misterio por estar averiguando constantemente y preocupados por mí. Y los Comités tomaban notas.

La cosa comienza cuando yo estoy en los campamentos con Vicente Méndez y un amigo llamado Pepito García me manda el mensaje desde New York de que “Tus padres andan desesperados sin conocer tu paradero”…

Le explico la situación al Capitán Méndez y este me dice: “Bueno, vete al viejo San Juan y envíales un telegrama y diles que estás bien trabajando en Puerto Rico” y así lo hice.

Pero… increíblemente dos amigos míos tienen la misma idea para tranquilizar a mis padres y Luis Beato Oteiza les envía a mis padres un cable diciéndoles que “Estoy bien en Los Ángeles” y “Ningo” Ceberio les dice algo parecido desde New York.

El G2 -después de recibir el chivatazo de las Oficinas de Telegrafos- llegó a mi casa y se llevó los tres telegramas. Y ahí se inician un montón de conjeturas, bolas y exageraciones. El entierro de mi padre coincidió con la visita al pueblo del Comandante Güinero del Granma Arsenio García Dávila (en la foto), y la gente dijo que estaba allí esperándome por si se me ocurría asistir al sepelio. En ese momento Arsenio andaba muy orondo por haber sido él que se llevó preso a Huber Matos.

Varias veces los milicianos se desplegaron hacia la Playa del Rosario por rumores de que yo estaba allí. A mi pobre hermano, viejo, enfermo y sin meterse en nada lo llevan recio por mi culpa.

Tengo cuatro amigos allá que al igual que Jesús siempre se han mantenido fieles a nuestra amistad y hasta son capaces de decirles a los viejos chivatos: “El día en que esto se caiga Estebita se va a ocupar de ponerlos en cintura a ustedes” Esas palabras no les asienta bien a los apapipios. Todo eso fue acrecentando los rumores.

Y la mayoría de mis escritos son ignorados por los H.P. pero he dicho algunas cosas como que “Me encantaría ir a Cuba a orinarme en la tumba de Lina Ruz” que han logrado exacerbar el desdén fidelista contra mi persona.

Y le respondí a aquella joven en la Cofradía que nunca supe si me daba un consejo o me lanzaba una amenaza: “Oh, muchas gracias, no se preocupe, que por ahora no está en mis planes bajar por la Loma de Candela ni darme una vuelta en el parque de Güines”…

Así es que si ustedes me preguntan ¿Cuál es tu mayor éxito en la vida? Les respondo: Mantener intacto el odio de mis enemigos.